El Chocolate que Abraza el Alma


En Tlacochahuaya, Oaxaca, nuestra bisabuela preparaba chocolate como un gesto de amor. Adoptó a Enrique y a su hermana, dos niños sin recursos, y les enseñó el oficio que les daría un futuro.


Hoy, ellos siguen produciendo este chocolate con la misma dedicación, manteniendo viva una tradición que ha pasado de generación en generación.

Cada grano tostado cuenta una historia: la de nuestra tierra, nuestra tradición y el sabor que nos distingue

Este chocolate no es solo un sabor: es un abrazo de Oaxaca para todo México.